La Secretaría de Salud del Estado de México informa que este padecimiento deriva de otras enfermedades crónico-degenerativas como enfisema pulmonar y Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), y se estima que en la entidad ocho de cada 10 casos se presentan en mujeres.
Esta enfermedad, es consecuencia de malos hábitos, ya que el sobrepeso, la obesidad y la diabetes son factores de riesgo para desarrollarla y una vez presente genera incapacidad y dependencia permanente de oxígeno.
La misma también deriva de presión alta en las arterias pulmonares, así como de males autoinmunes como esclerodermia, que es el endurecimiento de piel y tejidos, artritis reumatoide, VIH y anormalidades congénitas del corazón. Los síntomas de la hipertensión pulmonar son debilidad general, dificultad respiratoria, palpitaciones, agotamiento excesivo ante actividad física, coloración azul en la piel por falta de oxigenación, hinchazón de piernas y tobillos, así como episodios de vértigo y desmayos.
Una vez que se diagnostica, el paciente requiere seguimiento y control mediante exámenes físicos, electrocardiograma, tele de tórax y atención con especialistas en cardiología y neumología. En etapas avanzadas suelen requerir de cirugía en sala de hemodinamia para liberar las arterias.
La Secretaría de Salud estatal señala que para la hipertensión pulmonar no hay tratamiento ni cura, lo importante es atacar el problema de origen, si se presenta obesidad se debe perder peso, en el caso de los diabéticos o con enfermedades autoinmunes deben llevar un control puntual de su enfermedad.
Asimismo, la recomendación para evitar complicaciones es que quien lo padece no viaje a lugares con altitudes mayores a los dos mil metros sobre el nivel de mar, ya que ello genera presión y puede complicar el cuadro. Finalmente, la dependencia indica que este mal se presenta principalmente en personas entre 45 y 50 años y la esperanza de sobrevida es de dos a cinco años.