Héctor Garnelo aún recuerda aquel momento cuando lo calificaron de “loco”, al proponer convertir un Volkswagen en una pieza artesanal y única en su tipo: el Vocho Teotihuacano.
“Solamente a un loco se le hubiera ocurrido y ahí está mi locura”, expuso Garnelo Navarro, al señalar el automóvil modelo 1994 que fue exhibido por siete meses en Alemania.
Cuenta que los alemanes estaban vueltos “locos” por apreciar parte de la cultura mexicana sobre una carrocería cubierta por más de 19 mil 800 piedras semipreciosas, como obsidiana, jade y cuarzo-aventurina.
Esto, porque el brillo del mosaico de “cuatro ruedas” atrae desde lejos para admirar una réplica de Quetzalcóatl y Mictlantecuhtli, también considerados los dioses del panteón prehispánico y del inframundo, de manera respectiva.
En el conjunto de lajas de piedra cortadas, de entre siete y ocho milímetros, pueden mirarse una máscara de Teotihuacán, las pirámides del Sol y la Luna, un jaguar y un águila.
Pero “el alemán más mexicano”, como fue nombrado este auto clásico durante el Año Dual en aquel país europeo, ignoraba que a su regreso ya lo esperaba “su hermano”: el Vocho Maya.
Esta segunda obra tiene más de 21 mil pequeñas piedras semipreciosas incrustadas y, como si se tratara de un rompecabezas, las piezas del modelo 1998 forman las figuras de los dioses Pakal y Kukulkán, un jaguar, un marcador de pelota y otras alusivas a esta cultura.
Resaltó que ambas creaciones forman parte de un ambicioso proyecto para plasmar en cinco vehículos las civilizaciones más importantes de nuestro país: Teotihuacana, Maya, Azteca, Olmeca y Tolteca.
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Con información de Notimex