El árbol de Navidad es una tradición que tuvo un origen pagano.
Los antiguos pobladores de Europa tenían la idea de que el mundo y todos los astros pendían de las ramas de un árbol gigantesco, el cual recibía el nombre de Divino Idrasil, que significa Árbol del Universo.
La creencia señalaba que en la copa del árbol se encontraba el cielo y en sus raíces, el inframundo.
Este árbol era colocado y adornado cada solsticio de invierno; al paso de los años, esto coincidió con el festejo cristiano de la Navidad.
Se cuenta que San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, derribó el árbol pagado, que representaba al dios Odín, y plantó un pino que simbolizó el amor de Dios. Ese primer árbol cristiano fue decorado con manzanas que simbolizaban el pecado original y con velas que representaban a Cristo y su luz.
La tradición de este árbol evolucionó, y las manzanas fueron sustituidas por esferas.
Aunque no existe una fecha precisa para poner el árbol de Navidad, y ésta depende más bien de las costumbres de cada familia, se recomienda que para aprovechar la tradición, el árbol sea colocado en el Adviento.
De acuerdo con ACI Prensa, se puede “adornar el árbol de Navidad a lo largo de todo el Adviento, explicando a los niños cada simbolismo. Los niños pueden elaborar sus propias esferas (24 a 28, dependiendo de los días que tenga el Adviento) con una oración o un propósito en cada una. Conforme pasen los días, las van colgando en el árbol de Navidad hasta Nochebuena”.
El Adviento es el periodo al inicio del año litúrgico cristiano, comprende las cuatro semanas previas a la Navidad. (Con información de ACI Prensa)