El sismo que se registró en la Ciudad de México, Estado de México, Puebla, Morelos el 19 de septiembre, ha dejado pérdidas humanas y materiales en diferentes dimensiones en cada una de estas entidades.
Este movimiento telúrico de 7.1 grados en Escala de Richter, sacudió no sólo los inmuebles y construcciones de dichas entidades, sino también los temores de la gente pues la fuerza de la naturaleza pone a prueba el temple.
Una vez que ha pasado el momento de crisis y se comienza a vivir el periodo de recuperación comienzan a emerger también severos efectos psicológicos entre quienes vivieron un suceso de estas dimensiones.
De acuerdo con especialistas, la autoestima puede resultar afectada con cambios de estado de ánimo luego de un fenómeno como el reciente, asimismo pueden verse afectadas las relaciones interpersonales y la productividad. A esto se le conoce como estrés post-traumático y suele reflejarse horas o días después de un evento como un terremoto.
Este trauma puede presentarse de manera más seria en personas que también vivieron el sismo de 1985, pues la impresionante memoria cerebral puede vincular ambos sucesos y se puede desencadenar ansiedad por experiencias que sucedieron hace mucho tiempo, asegura Daniela Soto, psicóloga encargada del Hospital de las Emociones en 2016.
“Como muchas personas que vivieron el terremoto del 85, sus niveles de ansiedad se van al cielo cuando escuchan la alarma sísmica. Me atrevería a decir que la mayoría de los mexicanos que vivieron ese evento no han trabajado su estrés postraumático en terapia”.
Por otra parte, Francisco Martínez León, jefe del programa de atención psicológica a distancia de la UNAM explica los tres síntomas más comunes que se experimentan después de un terremoto.
1. Hipersensibilidad al entorno. “Cualquier movimiento que antes nos parecía normal, ahora nos parece que es un sismo o tenemos la sensación constante de movimiento”, dice Martínez. “Esto no es un acto consciente, pero estamos prestando atención a cosas que normalmente no nos causan impresión”, indica.
2. Ansiedad exacerbada. Este se manifiesta en varios signos físicos, como dificultad para conciliar o mantener el sueño, irritabilidad o ataques de ira, dificultad para concentrarse y respuestas exageradas de sobresalto. “La ansiedad después de un sismo nos trae muchos signos físicos que son más evidentes cuando hay rigidez muscular, dolores de cabeza e insomnio prolongado”, dice el especialista.
3. Pensamientos de desolación constantes. Aunque es normal tener incertidumbre tras un sismo de estas características, las ideas persistentes de desolación y tristeza son indicativas de un estrés agudo. “Se piensa constantemente sobre qué va a pasar o qué va a ser de uno en la posibilidad de una réplica, y se tienen constantes recuerdos del evento”, menciona Martínez.
En este sentido, los especialistas indican que las señales de estrés pueden considerarse normales hasta dos semanas después de un evento catastrófico, aunque deben ser atendidos con primeros auxilios psicológicos, como una terapia breve o con charlas con amigos sobre cómo se sienten y cómo se pueden ayudar.
“Lo más importante es que la persona se sienta segura con su entorno, por lo que es recomendable que tome terapias a distancia o asista con un especialista”, indica Mártinez de León.
Al mismo tiempo da algunas recomendaciones que se pueden llevar a cabo en casa, como por ejemplo: escuchar música suave, pintar, hacer actividad física leve que no implique salir a la calle, evitar tener contacto con las imágenes de derrumbes posterior al sismo y tener charlas con los amigos sobre cómo se sienten es importante”, indica.
Además, preparar y tener a la mano kits de emergencia, puede ayudar a la persona a sentirse más segura ante una eventualidad, por lo que se recomienda tener las pertenencias más importantes en orden.
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Llorar las primeras dos semanas es un síntoma normal, según indica el psicólogo, pero debe cuidarse que los episodios no sean frecuentes, porque en ese caso se trata de inicios de depresión, el cual debe tratarse de modo distinto. Por otro lado, aunque haya insomnio y dolor de cabeza la persona no debe automedicarse, sino acudir al médico para dar seguimiento.
Con información de Verne. El país