Haciendo un recorrido por los municipios del Estado de México para conocer sus historias, tradiciones, nos encontramos con una leyenda que viene nos pareció interesante contárselas.
Saben del Cristo sangrante de Chalma, municipio del Estado de México. Sí pues está reliquia sustituyó en 1539 al sangriento ritual que, con sacrificios humanos, se celebraba en una cueva en honor al dios prehispánico Tezcatlipoca para mantener el equilibrio del Universo.
“El Señor de Chalma sustituye a una de las manifestaciones de Tezcatlipoca y su culto era sanguinario debido a que, según la cosmovisión náhuatl, necesitaba alimentarse para mantener el universo. Su alimento más preciado era la sangre y gracias a ella la vida continuaba”, señaló en entrevista hace unos años la socióloga Esther Sanginés.
El “milagro” del Señor de Chalma, muestra el origen de uno de los cultos religiosos más arraigados en el país, debido a que en este municipio acuden millones de peregrinos cada año para depositar sus esperanzas y pedir milagros al cristo.
En el poblado de Chalma, que significa cueva o gruta que está a la mano, se ocultaba entre acantilados y barrancas el santuario de Oztoteotl, el cual era un centro ceremonial donde los antiguos sacerdotes mantenían sus rituales con cantos, plegarias, sacrificios humanos y el canibalismo religioso.
En 1539, una vez descubierto el centro ceremonial y tras una plática entre los monjes agustinos, éstos decidieron llevar una cruz.
No obstante, la leyenda señala que al llegar al sitio encontraron al cristo crucificado “en el mismo altar donde estaba antes el ídolo detestable, y a éste derrumbado en el suelo reducido a fragmentos”.
En ese entonces, Sanginés explicó que para los indígenas no importaba tanto si la imagen había sido colocada por los monjes o traída por los ángeles, sino que Oztoteotl-Tezcatlipoca no se había defendido, así que la destrucción y derrota no había causado el fin del mundo.
De esta manera, “cubierto de sangre, llagado, sacrificado y al mismo tiempo triunfante, el Santo Señor de Chalma sustituyó al Señor de las Cuevas”, los indígenas olvidaron a Oztoteotl y comenzaron a adorar a cristo al que “integraron a su cultura, haciéndolo indio y mestizo”.
Y es que para los pueblos prehispánicos existía la obligación de mantener el universo mediante el sacrificio, por lo que aceptaron el sacrificio del cristo en lugar ofrecer a sus hijos, hermanos o amigos, ya que “Jesús, en la frontera entre Dios y el hombre se parece a todos, por eso puede ocupar su lugar”, dijo.
Con la llegada de los españoles “esos dioses tan hambrientos, tan sedientos, no tuvieron la fuerza para defenderse, fueron destruidos y el mundo siguió su curso, perdieron credibilidad”.
Por este motivo los cultos antiguos fueron sustituidos por el cristianismo a través de la destrucción de los antiguos templos y la construcción de nuevos.
VER: La sangrienta historia de San Valentín
Con información de El Universal