2020 fue declarado como el Año de Leona Vicario, una de las mujeres más destacadas en la historia de México, por su participación durante la lucha de Independencia.
Pero ¿quién es Leona Vicario? Te compartimos esta breve biografía de ella.
¿Quién fue Leona Vicario y qué hizo?
El 10 de abril de 1789 nació María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario.
Fue bautizada en la parroquia de San Miguel Arcángel apenas cinco días después de nacida. La muerte de niños era un grave problema de la época, pues uno de cada cuatro bebés no sobrevivían a su primer año de vida.
Fue hija única del matrimonio formado por Gaspar Martín Vicario y Camila Fernández de San Salvador y Montiel.
Su padre era español, comerciante y empresario minero, que forjó una fortuna gracias a su primer matrimonio (del cual enviudó) y a partir de la importación de productos a la Nueva España, donde fijó su residencia en la ciudad de Zacatecas.
“Leona Camila recibió enseñanza en su casa, como lo hacía un pequeño número de jóvenes ricas. La madre, Camila Fernández de San Salvador y Montiel, como toda esposa de un próspero y prestigiado hombre de la época, quedó al cuidado de la educación de la pequeña Leona, de modo que de ella recibió una buena educación”.
Sus padres le inculcaron el gusto por la lectura de los clásicos modernos.
Sus padres murieron en 1807, cuando ella tenía 18 años. Leona quedó bajo la tutela de su tío Agustín Pomposo Fernández de San Salvador.
Leona inició una relación en 1807 con el licenciado Octaviano Obregón, con quien se comprometería en matrimonio. El prometido de Leona provenía de una familia rica de mineros de la provincia de Guanajuato, y era crítico de la actuación de los españoles en América.
Personas cercanas a Leona Vicario apoyaron el movimiento que inició con el Grito de Dolores.
“Su primo Manuel, hijo de su tutor Agustín Pomposo, y Andrés Eligio Quintana Roo se unieron a los insurgentes. Leona se sumó a esas simpatías y comenzó su colaboración con los patriotas, una vez que el joven colaborador de su tío, Andrés Eligio, se adhirió a las fuerzas de Ignacio López Rayón en Tlalpujahua. Ella dedicó buena parte de su tiempo a recoger noticias de los movimientos planeados por los españoles para combatir a los insurgentes, que transmitía mediante heraldos secretos e informes en clave, algunos fueron publicados en el periódico El Ilustrador Americano. Los intercambios fueron constantes”.
La joven apoyó económicamente a la causa independentista, disponiendo de lo que podía de su herencia. Por ello fue delatada y acusada de ser conspiradora, quedando bajo la estrecha vigilancia de su tutor y recluida en el convento de Belén de las Mochas en la Ciudad de México.
Sin embargo, Leona Vicario logró burlar la vigilancia. Cuando le fueron confiscados sus bienes, escapó y huyó hacia Oaxaca, donde el propio José María Morelos reconoció su labor.
A partir de entonces Leona Vicario colaboró con la prensa insurgente en los periódicos El Ilustrador Nacional y El Ilustrador Americano. Por esto se le reconoce como la primer mujer periodista de México.
A sus 19 años se unió a la campaña militar que encabezó Morelos. Los biógrafos señalan que “ayudaba a planear la estrategia, administraba las finanzas y supervisaba la atención de los heridos y enfermos”.
Después de la captura de Morelos, huyó junto con Andrés Quintana Roo hacia la sierra de Tlatlaya en el Estado de México. En medio de su escape, la pareja contrajo matrimonio y el 3 de enero de 1817 nació su primogénita Genoveva.
En 1818 Leona Vicario, su esposo e hija fueron capturados por los realistas. Se les concedió un indulto y se ordenó su destierro a España. Sin embargo, permanecieron en Toluca, donde Quintana Roo se dedicó a la abogacía.
En 1821 nació la segunda hija de la pareja, a la que llamaron María Dolores.
Leona Vicario continuó con sus actividades políticas y periodísticas junto a su esposo. Publicó en El Federalista, un periódico que editó gracias a sus recursos.
Fue en El Federalista donde Vicario se enfrentó a Lucas Alamán, quien dijo que las mujeres que participaron en la guerra de Independencia lo hicieron por amor “a sus hombres”.
Al respecto, escribió:
“Confiese Sr. Alamán que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de la gloria y la libertad no les son unos sentimientos extraños; antes bien vale obrar en ellos con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres, sea el cual fuere el objeto o causa por quien las hacen, son desinteresados, y parece que no buscan más recompensa de ellos, que la de que sean aceptadas. Por lo que a mí toca, sé decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este punto he obrado con total independencia y sin atender que las opiniones que han tenido las personas que he estimado. Me persuado de que así serán todas las mujeres, exceptuando a las muy estúpidas, y a las que por efecto de su educación hayan contraído un hábito servil. De ambas clases hay también muchísimos hombres.
Murió el 21 de agosto de 1842 a la edad de 53 años. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores.
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