La historia de la Iglesia moderna de “San Lucas Evangelista” ubicada en el municipio de Tlalnepantla, desde sus cimientos ha guardado impresionantes enigmas.
La capilla original del poblado de San Lucas Tepetlacalco data del siglo XVI, y aún conserva restos de unas estelas y guardianes mexicas, con el paso del tiempos se volvió un peligro, obligando al párroco a construir una moderna iglesia que acompañará a la antigua, sin que ésta última perdiera su originalidad.
El primer inconveniente que sortearía el párroco para comenzar la edificación sería hurgar entre los muertos y es que el lugar perfecto para la construcción se ubica en el panteón local a un al costado de la ermita franciscana.
No cabe duda de que los pobladores se aterraron y no se atrevieron a apoyarlo, sugiriéndole al religioso olvidar prontamente tan tremendo cometido y mejor construir en otro lado, sin agobiar a los santos difuntos.
Fue así que el Padre Jorge comenzó a resignarse, pero con el pasar de los días recibiría una impresionante visita que nadie se esperaría, pues a las puertas de la capilla llegó muy de mañana un misterioso caballero, con una rara y tétrica apariencia, sombrío, de gran sombrero negro y enorme bigote.
Según relata un lugareño, éste se ofreció a construir la nueva Iglesia pero con ciertas condiciones, el párroco muy asombrado se quedó quieto al escuchar al misterioso hombre decir que él estaba dispuesto a darle picazos a los restos de los difuntos y que haría las cepas en donde irían muros y mamposterías en 7 días.
Luego de finalizar la Iglesia, el extraño individuo desapareció sin despedirse y sin dejar rastro alguno, entonces los lugareños ya furiosos, querían saber el destino de sus “muertitos“, exigiendo a las autoridades una clara explicación.
El padre fue llamado a testificar junto con el Obispo sobre la procedencia de los restos humanos que habían sido profanados, resultando inocentes, ya que dijeron que los cadáveres habían sido guardados en el centro del altar bajo la estructura del patrono “San Lucas Evangelista”.
