Don José Pablo Martínez del Río (1809-1882) fue un catedrático de la Escuela de Medicina que a mediados del siglo XIX adquirió un terreno a un costado del bosque de Chapultepec.
En aquellos años la zona era considerada las “afueras de la Ciudad de México”; no existía entonces ningún trazo de Paseo de la Reforma y el único acceso a Chapultepec era a través de la avenida que actualmente que lleva ese nombre.
Don José Pablo mandó a construir en su terreno una casa estilo chalet, la cual se asomaba en medio del bosque.
Dicha construcción fue la casa principal de lo que fue llamado como el rancho La Hormiga.
La suerte de esta propiedad estuvo atada a los avatares de la historia de México. José Pablo Martínez del Río fue uno de los mexicanos que viajó a Trieste, a ofrecer la corona de México a Maximiliano de Habsburgo. Por esta razón, con el triunfo de la República, el rancho de La Hormiga fue incautado.
Sin embargo, Don José Pablo logró evadir las acusaciones de traición y recuperó su rancho gracias a la intervención de algunos diplomáticos estadounidenses.
Don Pablo murió en 1882, cuando Manuel González era gobernante de México; pero su familia conservó La Hormiga, la cual se mantuvo como una hermosa casa de campo rodeada de bosque.
“Su estilo afrancesado, con techos de dos aguas y los hermosos jardines, eran parte de la moda en boga que vestía a la ciudad de México al doblar el siglo. (…)La mansión de los Martínez del Río contaba con todos los servicios, incluso era de las muy contadas propiedades, fuera de la ciudad de México que, en 1891, tenía dos números telefónicos: el 1055 y el 1018, adquiridos a través de la Compañía Telefónica Mexicana”.
“La propiedad estaba conformada por la casa grande, la casa chica que estaba pegada a la capilla y era la construcción más antigua; las caballerizas y las rancherías donde vivían los trabajadores del rancho. Además contaba con la cochera, el estanque, el jardín y la arboleda. Desde la casa grande, cotidianamente, alcanzaban a divisarse las torres de catedral”.
La entrada principal de La Hormiga se encontraba en una “pequeña plazoleta que daba acceso a Molino del Rey y a la propiedad de los Martínez del Río. A pesar de los años y las modificaciones, se conservó, y actualmente sigue siendo el acceso principal a Los Pinos”.
Durante la Revolución, La Hormiga se salvó de los saqueos; debido al crecimiento de la ciudad, la ubicación de la propiedad resultó estratégica por lo que fue expropiado por el entonces presiente Venustiano Carranza y su ministro de guerra, el general Álvaro Obregón.
La familia Martínez del Río dio batalla legal por la propiedad, en litigios que duraron seis años, y consiguieron que el predio fuera pagado por el gobierno mexicano en febrero de 1923.
Durante todo ese tiempo, La Hormiga fue residencia de algunos secretarios de Estado: Plutarco Elías calles habitó la propiedad cuando fue secretario de Gobernación, pero al ser electo Presidente de México se mudó al Castillo de Chapultepec.
Desde que Maxilimiano de Habsburgo eligió el Castillo de Chapultepec como su residencia, éste albergó la morada de varios presidente: Porfirio Díaz, Álvaro Obregón y Calles, por ejemplo.
Fue hasta 1934, cuando el presidente Lázaro Cárdenas decidió mudarse a La Hormiga, nombre que no le pareció adecuado para la propiedad y se lo cambio por Los Pinos.
El general Lázaro Cárdenas y su esposa Amalia Solórzano se mudaron a la residencia en marzo de 1935.
Con el gobierno de Manuel Ávila Camacho, Los Pinos se convirtieron en la residencia oficial del Presidente de México.
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(Con información de WikiMéxico)